THE BLESSED ISLES son un grupo de shoegaze de Brooklyn liderado por el vocalista y guitarra Aaron Closson (THE HOURLY RADIO) y el multi-instrumentista Nolan Thies (LITTLE BLACK DRESS, N?TIONS). ‘Straining hard against the strength of night’ es su álbum de debut, un sorprendente disco con diez gemas de shoegaze y dreampop, diseñando atmósferas basadas en deliciosas melodías que se deslizan sobre colchones de brillantes guitarras llenas de delay, sintes, cajas de ritmo y voces llenas de reverberación, que les hace sonar a medio camino entre SLOWDIVE, NEW ORDER, CATHERINE WHEEL, LUSH, MALORY, SECRET SHINE, LOST TAPES y los primeros M83. THE BLESSED ISLES es de esos grupos que destacan de entre el montón de bandas de este estilo, porque además de ser hábiles construyendo elegantes atmósferas ensoñadoras, tienen talento para componer excelentes melodías y estribillos certeros.
Tras SUMMER FICTION se esconde un tipo que vive entre Brooklyn y Filadelfia llamado Bill Ricchini, que parece el mismísimo Brian Wilson del siglo XXI, un compositor sorprendente capaz de emocionarte con unas canciones pop de factura impecable deliciosamente influídas por artistas y grupos de la talla de THE BEACH BOYS, Elvis Costello, Burt Bacharach, BIG STAR, LEFT BANKE, THE SMITHS o BELLE & SEBASTIAN, entre otros. ‘Himalaya’ es su segundo trabajo, autoeditado al igual que su debut homónimo de hace cuatro años. Es ponerte el tema que lo abre, “On and on”, y flipar en colores, ponérsete la piel de gallina, gracias a unas composiciones extraordinarias de una belleza deslumbrante, cargadas de talento e inspiración a partes iguales, y sobre todo, de una muy envidiable sensibilidad pop. Son diez joyas que se evaporan en poco más de media hora, y en las que ha colaborado, no sólo como músico sino también ayudando en tareas de producción el gran BC Camplight. Además, Bill se ha rodeado aquí de una sólida banda, que han hecho que estas melodías se transformen en verdaderos himnos atemporales, con bastante sabor a la Costa Oeste y a los ‘60, con magníficas armonías vocales, una voz prodigiosa, unos arreglos estremecedores de teclados, sintes, cello, violín y clarinete, y un acierto 100% en las melodías. Es cierto que el disco comienza tan estremecedor que tras la tempestad sonora de los tres primeros cortes, se vuelve más calmado y de cariz más nostálgico y melancólico, incluso navideño, dando más protagonismo a los arreglos, e incluyendo hasta tres cortes instrumentales: “Himalaya”, “Manchester” y “Cathedral”. Un álbum sublime y tremendamente sobrecogedor del mejor pop que se puede escuchar hoy en día.
Segundo álbum de la banda de Brooklyn formada por Amber Papini (voz, guitarra), Brian Betancourt (bajo) y Nathan Michel (percusiones), un disco con diez excelentes canciones de indie-rock que se disfrutan mejor con cada nueva escucha. Para este álbum, el grupo ha aprendido a apreciar el silencio, a dejar que las cosas, las canciones, fluyan, y de ahí, esos finales largos e instrumentales de temas como “I miss your bones” o “Last words”, en los que el grupo ha dejado que los instrumentos hablen por sí solos, sin necesidad de interrumpirles con letras. En este álbum han tratado de evitar el estribillo facilón, y ese aspecto ha hecho que no guardes el disco tras la primera escucha, sino que lo pongas una segunda vez, y una tercera… con lo que cada cada vez se le va cogiendo más cariño… Se pueden distinguir dos partes en el disco: una primera más accesible y más pop, y una segunda para la cuál han dejado los temas más reposados, de hecho, los dos últimos, “Sunship” y “Call me after” son dos temas desnudos, a base de acústica y voz, y de una belleza mágica. La mayoría de las canciones van, según Papini, sobre “aquellos entornos del día a día que despiertan ansiedad o malestar”. Quizás les falte un hit claro para despegar definitivamente, ya que “I miss your bones” es lo que más se aproxima a un hit, pero qué más da, ya que a mí me seguirán encantando igual con esas grandes melodías construídas sobre bajos prominentes, guitarras definidas y evocadoras, y teclados elegantes, como los de “Rockets and jets”. En definitiva, un gran disco que encierra enormes canciones y temas adictivos como “I miss your bones”, que una vez lo oigas, no podrás deshacerte de su pegadizo estribillo.
Mis favoritas:
1. I miss your bones.
2. Going out.
3. It’s not serious.