Cuarto álbum de este extraordinario compositor valenciano afincado en Barcelona (tras ‘Alberto Montero’ -2008-, ‘Claroscuro’, -2011-, y ‘Puerto Príncipe’ -2013-), que nos deslumbra con quizá su mejor trabajo hasta la fecha, con un excelente cóctel de influencias, un enorme disco de pop-folk de corte psicodélico, guitarras cristalinas y voces transparentes, además de pianos, flautas, teclados, glockenspiels, cuerdas, etc… Para este álbum se rodeó de sus colaboradores de siempre y miembros fijos en directo: Román Gil (guitarra, coros, percusiones), Xavi Muñoz (bajo, contrabajo, coros, percusiones) y Marcos Junquera (batería), además de un trío de cuerdas (viola, violín, chelo). Son catorce canciones llenas de un talento fuera de lo común, que convierte a este tipo en un auténtico genio de nuestro tiempo, aunque me temo que seguirá pasando injustamente desapercibido para la mayoría de los oyentes y de los medios de comunicación. Alberto es un fantástico multi-instrumentista, además de poseer un envidiable talento casi extraterrestre y una voz maravillosa, capaz de transmitir toda la emoción que encierran sus canciones. En el disco podemos observar dos partes, que casi podemos hacer coincidir con las caras del vinilo: una primera más accesible, luminosa y pop, y otra más experimental, compleja e introspectiva, donde alcanzan más protagonismo los arreglos de cuerda. ‘Arco mediterráneo’ es un sobresaliente disco con ecos de la psicodelia ácida de los 60, del folk inglés, de LOVE, THE BYRDS, MÓDULOS, y hasta del Mike Oldfield más bucólico, folk e interesante de sus tres primeros discos. La edición en vinilo es de color blanco. Un álbum soberbio y estremecedor, de una belleza conmovedora, y que, al menos en mis listas de lo mejor del año, seguro que aparece en un lugar destacado.
Mis favoritas:
1. Madera muerta.
2. Flor de naranjo.
3. Cuando el aire resuena.